En 1555 el Emperador Carlos tenía unificado bajo su mandato gran parte del mundo. Nuestro país, recién constituido, había logrado en un breve periodo de tiempo una enorme expansión y en la figura del monarca se concentraba el poder hegemónico de España como potencia. El César, llamado por muchos, era nieto de los Reyes Católicos e hijo de Felipe I y Juana I de Castilla.
En esta misma fecha, su madre llevaba 46 años encerrada en el palacio de Tordesillas. Sin duda, lugar poco digno de los honores de una Reina.